James "Bob" Ward, era un magnate estadounidense, tenía su propia empresa y residía en el Condado de Orange, Florida, junto con su familia. Para Ward, el dinero y los lujos que se podía dar estaban llegando a su fin, pues se le había abierto una investigación por enriquecimiento ilícito y sus negocios comenzaban a caer.
Diane, su esposa, había sido llamada para declarar ante un juez, sobre los ingresos de James Ward, pero unos días antes de que la mujer subiera el tribunal, fue encontrada en un charco de sangres en el dormitorio principal con un disparo entre los ojos, el arma con la que se produjo el asesinato estaba en la mesa de noche y su esposo confesó haberle disparado cinco veces.
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Michael Marin también trabajaba en los Estados Unidos, era un exitoso agente de bolsa de 53 años, tenía cuatro hijos y una investigación que lo acusaba de incendiar una mansión. Antes de que el jurado diera su veredicto, el hombre ya estaba sin vida.
Marin, se quitó la vida en el juzgado mientras los jurados deliberaban, se cubrió el rostro y tomó una pastilla de cianuro, que después de cinco minutos detuvo el corazón del magnate, sus abogados no podían creer lo que pasaba.
Un día después de su suicidio, la familia de Michael Marin recibió un correo, había sido programado por el hombre y decía cual era su última voluntad si las cosas “no salían bien en su caso”.
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Chistopher Foster, era un millonario inglés, experto en vender tecnología para plataformas petrolíferas. Según los medios británicos, su empresa Ulva Ltd. había entrado en un proceso de liquidación y acumulaba millonarias deudas.
Esta serían las razones que habrían llevado a Foster, a asesinar a su esposa, Jill, de 49 años y a su hija Kirstie de 15 años. Según la policía, se había visto a este hombre caminando con un rifle, con el que disparó a tres caballos y un par de perros que eran de la familia.
Después de esto incendió la vivienda donde se encontraban su esposa e hija, en compañía de un tercer canino, después de confirmar que todos estuvieran muertos, decidió suicidarse con la escopeta.
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Hisham Talaat Mustafá, se destacaba como el presidente de una poderosa inmobiliaria de Egipto y también tenía su propio partido político, entre sus lujos el empresario había firmado un contrato de exclusividad con la cantante libanesa Suzanne Tamim, a quien persiguió con reclamos judiciales y prohibiendole abandonar el país.
Ante las negativas de la mujer, Mustafá decidió acabar con la vida de la cantante, a quien apuñaló, degolló y desfiguró, el magnate también pagó a la policía para que guardaran silencio frente a este asesinato, pero tras varias investigaciones él fue condenado a pena de muerte.
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Hans Rausing, tenía una fortuna de nueve mil millones de dólares, era heredero de la empresa Tetra Pak, estaba casado con su esposa Eva de 48 años y quien permaneció muerta durante un mes bajo la cama matrimonial.
Los forenses determinaron que la mujer tenía sobredosis de droga y el principal sospechoso era su esposo, pues en el pasado la pareja había sido acusada de traficar con crack, heroína y cocaína.