“Supe que una vez a un muchacho lo dejaron en ropa interior (calzoncillos) y lo mandaron a comprar algo a una droguería. Sí, casi desnudo”, cuenta Daniel *, un ‘bulto’, que es como el soldado raso de una tuna: una agrupación musical universitaria similar a una fraternidad.
¿Por qué un joven quiere hoy someterse a ese proceso?
Lo primero es entender el concepto básico de lo que es la tuna.
Alrededor del siglo XIII se creó la primera tuna en el mundo: la Tuna Universitaria de Salamanca, en España. Esta agrupación marcó el principio de muchas que durante siglos han nacido en todo el mundo y que aún hoy conforman toda una cultura. El ser parte de ellas es motivo de orgullo. Tienen una organización y un proceso de ingreso que, en ocasiones, puede considerarse tortuoso para los novatos del grupo.
De acuerdo con Sasha Muñoz ‘Ché’, Directora de la Tuna Femenina de la Universidad de La Sabana en Colombia (Tfus), la tuna “es una hermandad”. Se trata de una agrupación de estudiantes universitarios que no son músicos, pero que quieren aprender a tocar algún instrumento o cantar.
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Además, “es un grupo que te permite viajar, compartir y aprender de la vida, y esto último es lo más importante porque aparte de los conocimientos musicales, aprendes de liderazgo, empatía, disciplina, respeto y sobre todo humildad”.
Teniendo en cuenta que la agrupación musical ofrece beneficios tanto artísticos como en habilidades blandas, se entiende que lo que llama la atención de los estudiantes es el ambiente de música, viajes y los amigos, pero también las experiencias que se tienen al ser parte de la agrupación, según explica Samuel Ochoa, o ‘Melvin’, Subdirector de la Tuna Javeriana de Colombia (TJ).
“Dentro de la tuna tenemos una tradición que se llama ‘parchar’. Lo que hacemos es dar rondas por diferentes lugares como restaurantes o parques para recolectar dinero, y con ese mismo dinero viajamos. Creo que esa es una de las cosas que más les gusta a los aspirantes a la tuna”.
Los rangos de la tuna
Cada grupo universitario es distinto, afirma Ochoa. Por esa razón, se manejan dinámicas diferentes dentro de las tunas. En el caso de la TJ, existen dos rangos con funciones específicas: los ‘tunos’ y los ‘bultos’.
“Los ‘tunos’ tienen como función principal transmitir todos los conocimientos musicales, de mística (historia y tradiciones de la tuna) y como personas. Y los ‘bultos’ son como esponjas, absorben todo lo que nosotros les enseñamos”, dice ‘Melvin’.
Del lado de la Tfus, ‘Ché’ confirma que cada agrupación maneja de una forma diferente sus jerarquías, pero que comparten pilares fundamentales como la transferencia de aprendizajes.
“En nuestro caso, tenemos cuatro rangos que se resumen entre ‘bultas’ y ‘tunas’. Un ‘bulto’ o ‘bulta’ es la persona que no conoce las prácticas de la tuna. Tiene un rol de aprendiz. Está para involucrarse en el mundo del tunar, aprender aptitudes musicales y crecer como persona. En cambio, el ‘tuno’ o ‘tuna’ ya ha aprendido musicalmente y se ha convertido en un líder. Cuando eres ‘tuno’ o ‘tuna’ es porque has alcanzado la etapa y estás listo para transmitir tus conocimientos con humildad”, afirma Muñoz.
Aunque son claros los roles de maestro y aprendiz dentro de la tuna en general, existen algunas inquietudes acerca de las prácticas que se manejan a la hora de compartir esos conocimientos que ‘Melvin’ y ‘Ché’ mencionan.
Los testimonios
Una ex integrante de una tuna universitaria a quien llamaremos Ana * menciona que los rangos dentro de la tuna se convierten muchas veces en abusos de autoridad.
“Usualmente, se dejan de ver a los ‘bultos’ como personas solo por no tener el mismo rango de autoridad que las ‘tunas’. Yo me retiré porque la tuna se estaba convirtiendo más en una carga que en un pasatiempo como en principio me lo presentaron”.
Ana también cuenta que no existía dicha empatía que mencionan las ‘tunas’. Para ella fue muy claro ante la dificultad que tuvo a la hora de aprender a tocar la guitarra.
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“Me costaba un ‘huevo’ tocar la guitarra, pero me encantaba la percusión. Sentía que era buena con el ritmo, pero como no sabía guitarra, no me dejaban tocar nada más... Lo que más me ofendía de todo ese asunto era ver que algunas ‘tunas’ no tocaban la guitarra pero sí podían coger el instrumento que quisieran”.
Existen otras versiones que son graves porque se refieren a abusos físicos y emocionales contra la integridad de una persona. Daniel * contó algunos de los bulteos (castigos por no cumplir con las funciones que se tienen como ‘bulto’) que presuntamente ha hecho la TJ.
“En muchas reuniones te obligan a tomar cuando tú no lo quieres, y bueno, quizá en un ascenso (cuando promueven a un ‘bulto’ a ‘tuno’) se considere más pertinente, pero a veces simplemente no quieres y no hay motivo para tomar, pero te obligan. Y esto no es de una sola tuna”.
¿Qué responden las tunas acerca de este tipo de prácticas que van en contra de todo lo que se supone es una agrupación como esta?
“Sinceramente no recuerdo haber escuchado esa historia. No creo que sea verdad”, responde ‘Melvin’. “Sí tenemos la tradición de disfrazar a los ‘bultos’ cuando los vamos a ascender, pero no al punto de denigrarlos como personas”. Además cuenta que en su caso, cuando ascendió a ‘tuno’, el disfraz que usó fue un vestido de novia, pero nunca se sintió denigrado con esta prenda.
“Tampoco obligamos a ningún ‘bulto’ a tomar alcohol, y lo digo por experiencia propia. Yo practicaba atletismo y gimnasia artística, por lo que me cuidaba con el trago. De hecho, los mismos ‘tunos’ me cuidaban cuando estaban en alguna fiesta, me decían que no podía tomar nada porque tenía que mantener mi cuerpo en forma, ellos entendían mi decisión”.
Hay buenas experiencias
Hasta hace unos días, Edward Mayorga era ‘bulto’ de la Tuna de la Universidad de La Sabana (TUS) y afirma que en su tuna no se presentan maltratos. “La TUS y la universidad promueven el valor humano por encima de todo. Uno aprende que aunque hay diferencias entre personas, porque es normal no caerle bien a todo mundo, existe una palabra que se llama respeto, y eso prima por encima de todo”.
También señala que la tuna forma el carácter de la persona. “La tuna no es para todos, y la razón es muy sencilla. En la tuna sales de tu zona de confort, ahí es donde aprendes a recibir comentarios que tal vez no te gusten, pero que te hacen mejor persona, y eso es lo que se confunde con los abusos de autoridad”.
En esto último coincide ‘Ché’, pues dice que el ‘bultaje’ es lo que se confunde con los malos tratos. “Una forma pedagógica de aprender es la corrección, y en nuestro caso son situaciones como no dejar tocar un instrumento en particular a una ‘bulta’ porque no tiene el primer instrumento, que es la guitarra fuerte. Otra opción es que hagan planas cuando olvidan afinar los instrumentos o alguna de sus responsabilidades, pero nunca se compromete la integridad física o emocional de ninguna integrante”.
Otro ‘bulto’ que habla con orgullo de su agrupación es Sebastián Clavijo, de la Tuna de la Universidad de los Andes. “Nunca me he sentido maltratado ni conozco a algún compañero que se sienta así. Creo que es porque en mi tuna se han modernizado las tradiciones, hay diferentes responsabilidades según tu rango, por supuesto, pero cada quien aporta a su manera para que el grupo funcione de la mejor forma”.
Existen personas que ven a las tunas como un espacio de esparcimiento o como una segunda familia, quizá otros la ven como una fuente directa de estrés. Lo que sí es cierto es que la tradición sigue creciendo con más fuerza. Si alguien está en esto es porque quiere.
(*) Nombre cambiado por solicitud de la fuente.
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