El pasado 29 de septiembre se celebró en Colombia el Día Nacional del Maíz, un grano fundamental para la nutrición de las personas por su variedad de platos típicos que se pueden preparar a partir de este producto, que proviene de una planta que da una cosecha anual.
De acuerdo con una reseña de la FAO, Maíz es una palabra de origen indio caribeño, que significa literalmente “lo que sustenta la vida”, algo en lo que no estaban muy equivocados los aborígenes, ya que desde aquella época prehispánica era un alimento fundamental para quienes habitaban lo que ahora conocemos como el continente americano.
Una de las bebidas que desde aquella época se elaboraba a base de maíz era la chicha, un líquido fermentado que para entonces, y aún en las comunidades indígenas que sobrevivieron al exterminio, era y es usado para los rituales según sus creencias ancestrales.
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La bebida se prolongó durante la época del descubrimiento, conquista y la colonia por parte de los españoles; sin embargo, en la independencia, 50 hombres del ejército de la División Valdez que comandaba Simón Bolívar fallecieron, y un centenar más tuvieron que ser recluidos en hospitales, a causa de un envenenamiento con chicha en la población de Sogamoso, Boyacá, lo que hizo que el Libertador decidiera prohibir esa bebida en aquella población.
Pese al infortunado evento, los historiadores cuentan que la bebida siguió expandiéndose principalmente en el Altiplano Cundiboyacense, donde se consumía masivamente, hasta que, más de un siglo después, a mediados del siglo XX, la chicha se convirtió en blanco de la persecusión por una sumatoria de factores y excusas, pero que de fondo tenía la llegada de una nueva bebida embriagante que sería su rival: la cerveza.
Según una nota alojada en el portal de la ‘Revista Contestarte’, todo empezó a inicios de los 90 's, cuando un alemán llamado Leo Kopp fundó la empresa Bavaria S.A. empresa que elaboraba cerveza, y desde la que empezó a hacer una campaña de desprestigio al consumo de chicha, principalmente en Bogotá.
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Por aquella época, según el historiador Juan Carlos Flórez en una reseña para el diario El Tiempo, en Colombia, y particularmente en Bogotá había unos enormes niveles de desigualdad social y pobreza, ausencia de alcantarillado, agua potable y condiciones de hábitat dignas, lo que evidentemente aumentaba las enfermedades, sin embargo, los médicos higienistas argumentaban que la sífilis y el ‘chichismo’ (consumo de chicha) “estaban degenerando al pueblo. Y había que combatir la primera y prohibir la chicha como culpable del segundo. De esa manera la seudo ciencia venía a sustituir a la iglesia católica en el asunto de tranquilizar las conciencias. Las reformas sociales podían esperar”.
Acercándose la mitad del siglo XX, el asesinato de Gaitán brindó el argumento para cerrar el círculo contra la chicha, pues desde las élites se argumentó que los desmanes de El Bogotazo se atribuyeron a la embriaguez ocasionada por el consumo de esta bebida fermentada, sin tener en cuenta que lo que realmente embriagó a la turba que destruyó a Bogotá fue el consumo de licores importados que saquearon de las tiendas.
Pese a que ya venía en auge una campaña de desprestigio contra la chicha, la estocada final fue la que se dio cuando, el 2 de junio de 1948, el presidente Mariano Ospina Pérez por decreto prohibió la chicha y el guarapo en el país.
Por la época, desde Bavaria se hacía una campaña invitando a las personas a dejar de consumir la chicha y tomar cerveza:
— Historia de Colombia (@colombia_hist) March 12, 2020
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Desde la misma Iglesia Católica se hizo una campaña en contra del consumo de la chicha, sin embargo, era de muchos conocido, dicen los historiadores, que había muchos sitios clandestinos de venta de esta bebida, y otros afirman que ante la dificultad para acceder al maíz para prepararla, se recurrió a otras maneras de fermentación aún menos higiénicas.
Con todas las medidas represivas, la chicha se resistió a desaparecer, e inclusive algunas autoridades locales la consideran como patrimonio gastronómico, por su ancestralidad, y por su historia de lucha con la que sus defensores se negaron a desaparecerla.
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